Los íberos para combatir la crisis
Autor: El Mundo
Fecha: 08/06/2014
El "guerrer de Moixent" es icono de una época, uno de los referentes de la sociedad ibérica que se organizaba por castas y tiraba de inteligencia, organización y valentía para defender sus asentamientos en las cimas de las montañas, atalayas que protegía un guerrero y señor que, en el caso de Olocau y su Puntal dels Llops, han bautizado de forma didáctica como Nauiba. Es parte de la puesta en valor de una cultura que floreció en el siglo VI a.c. y que hoy sirve para revitalizar el turismo de interior de municipios que sufren el estancamiento de la industria y la agricultura.
La Diputación de Valencia y ocho municipios de la provincia están a punto de firmar un convenio que dará vida a la "Ruta dels ibers", un reclamo turístico que pone en valor los yacimientos de Moncada, Moixent, Ayora, Llíria, Villar del Arzobispo, Camporrobles, Caudete y Olocau. Poblados en buen estado de conservación excavados durante el pasado siglo en los que se hallaron numerosas piezas milenarias, desde útiles de la época a armamento y exvotos que en la mayoría de los casos se conservan en el Museo de Prehistoria de Valencia.
Los Alcaldes que se han sumado a la iniciativa tratan de dar a conocer su patrimonio histórico y de paso revitalizar un turismo de interior que emerge como vitamina económica en tiempos de parálisis de la industria y reciclaje de la agricultura. Lo explica el Alcalde de Olocau, Antonio Ropero, que entre junio de 2013 y mayo de 2014 ha recibido 4.000 visitas con el reclamo de su cima de los lobos. No está mal para un municipio de 1.600 habitantes que quintuplica población en verano con los chalés del entorno.
La intención de Olocau, como la de otros de los municipios de la ruta íbera, caso de Moixent, es relanzar su patrimonio natural al tiempo que se recupera la actividad enológica como base del emergente turismo gastronómico al que se suman decenas de Ayuntamientos. La Casa de la Señoría de Olocau conserva una de esas bodegas que producían el vino que en el siglo XIX se exportaba a las abadías francesas, bajo la supervisión de las monjas. No sólo es el punto de partida del camino hacia el Puntal dels Llops sino que se convertiría en el epicentro de la producción vinícola de Olocau.
Partimos de la Casa de la Señoría rumbo al poblado íbero custodiado por Nauiba. El guía abre el camino seguido del conservador y el Alcalde. Después de 40 minutos de subida alcanzamos el Puntal y una privilegiada vista panorámica de Olocau, incrustado en la Calderona. El Alcalde apunta hacia el Castillo del Real y va desviando su índice en dirección Este. "¿Véis aquella parcela sobre el pueblo? Ahí es donde queríamos poner el teleférico que subiera hasta el poblado íbero". Sería el primero en la Comunidad, un puntazo, pero de momento es un proyecto, una ilusión.
Hace unos años la prioridad era atraer industria y construir vivienda. Las cosas han cambiado. "La industria está paralizada y en la agricultura necesitamos cambiar cosas, darle un vuelco", indica Antonio Ropero. He aquí el cambio en la estrategia turística. Además de sacar facturas de los cajones, ahorrar gastos y pagar al instante a los proveedores hay que idear nuevas fuentes de ingresos. En ello están en Olocau con la puesta en valor de sus restos íberos (tienen una exposición permanente amén de las ruinas y organizan una Iberfesta que este año celebra su segunda edición), la creación de una ruta del agua en su vasto término municipal y el renacimiento de la actividad vitivinícola, uno de los proyectos más interesantes de cara a la próxima legislatura.
Algo similar sucede en Moixent con la Bastida de les Alcusses, en el Molón de Camporrobles, la Seña de Villar, Kelin, en Caudete, en Ayora y su Castellar de Meca, el Tos Pelat de Moncada y los poblados del Tossal de Sant Miquel y Castellet de Bernabé en Llíria. Vestigios históricos que trazan una ruta turística apadrinada por la Diputación y el Museo de Prehistoria en la que hay sitio para la fiesta y la gastronomía.
En espera de la rúbrica definitiva que oficialice la ruta, sus actores llevan meses caminando por ella y cosechando miles de visitas que justifican su creación, buena parte de ellas excursiones escolares que refuerzan el carácter lúdico del proyecto. Como aperitivo de este festín ibérico, Olocau celebra el fin de semana del 14 y 15 de junio la segunda Iberfesta, un encuentro de los ocho municipios de la ruta con visitas guiadas al Puntal dels Llops, una pasarela nocturna de indumentaria de la época confeccionada por los vecinos y los escolares y un menú degustación con platos típicos de la época, desde el pan de espelta con aceite de oliva al granizado de cebada, la sémola de garbanzos, la tapenada, galletas de miel y coca de garrofa.
Una fiesta ibérica en el corazón de la Calderona, en los dominios de los antiguos condes de Olocau, donde se alza la torre islámica del siglo XIII de la alquería de Pardines, allí donde en tiempos de la Reconquista se adosó el palacio en el que habitarían los Vilaragut, los Fenollet y el resto de linajes que ostentaron el señorío de Olocau, tierra de tradiciones y de historia, como la del Puntal que forma parte de la naciente ruta de los íberos de Valencia, un reconstituyente más para una economía cercenada como la civilización ibérica con la llegada de los romanos. Al final todo renace.
Fuente: El Mundo.